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miércoles, 17 de agosto de 2005

NATURALEZA

Naturaleza descansaba a la sombra de un mundo.
La estrella quedaba detrás.

Dormitaba levemente, como si su única función fuera no llegar a dormirse.

No cerrar totalmente los océanos que eran sus ojos.
O sellar sus oídos, escuchadores infinitos de la levedad.

No dejar de respirar por su boca, tragadora de pequeños planetas, o aletargar su nariz, montaña aspiradora de las fragancias universales.

Y no es que no tuviera nada que hacer. Debía controlar constantemente millones, billones o trillones de situaciones que se daban a lo largo y ancho del todo. Aquí, allá, mas allá incluso. Alrededor o implícito dentro de Ella misma, pues estaba y no era, era y no estaba.


Y vigilaba ...

(continuara)

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